Tetas, de Mar Gómez Glez, es un divertidísimo texto teatral que se acaba de publicar dentro del volumen VII Laboratorio de Escritura Teatral (Fundacion Autor, SGAE), dirigido por José Sanchis Sinisterra, donde además publican sus textos otras cinco autoras Carmen Soler, Carolina África, Denise Duncan, Nieves Rodríguez Rodríguez y Victoria Szpunberg.
Comedia surrealista, irónica y cáustica, Tetas trata de elevar a lugar preeminente el pecho femenino en este mundo patriarcal y capitalista en torno al falo. Mar Gómez Glez dramatiza seis situaciones, no del todo inverosímiles, que pueden o podrían ocurrir ―alguna, quizá, ocurra― en un futuro no muy lejano, en nuestro mundo ―o incluso en otros―.
En los seis capítulos de los que se compone el texto, la autora visibiliza diferentes realidades que suelen quedar ocultadas debido a los tabúes que existen en torno al cuerpo femenino. Mar Gómez Glez expone posibilidades, conceptos y creencias en torno al seno donde no interviene la sexualización, que es la única manera posible de representar el cuerpo femenino sin despertar rechazo, de ahí que el tratamiento de este tema resulte novedoso y sorprendente.
En el primero de estos capítulos, “La vida secreta de la leche”, asistimos a la conferencia de una investigadora que acaba de hacer un importantísimo descubrimiento filológico mientras escuchamos cómo sus hormonas y glándulas productoras de leche, convertidas en personaje, luchan por reprimir el instinto maternal cuando la ponente percibe a su criatura llorando entre el público. Finalmente, la investigadora tiene que abandonar su lección, como también, de forma sorpresiva huye del cuadro de Delacroix el personaje de la Libertad que guía al pueblo, ante el acoso y derribo al que lleva siendo sometida, durante 200 años, por uno de sus compañeros de cuadro, a causa de llevar el pecho descubierto, una señal inequívoca para el patriarcado de que el cuerpo femenino se pone a su disposición.
A la disposición del consumo capitalista que mercantiliza los cuerpos llega a colocarse el seno, ofrecido como manjar de lujo y, además, con el privilegio de poder elegir previamente a la donante, en “Pechuga a la Villeroy”. Ni que decir tiene que esta ostensión de poder y riqueza se convierte en una fiesta caníbal. No obstante, los pechos ―que en un futuro hipotético también han desarrollado los hombres para amamantar― parecen ser unas peligrosas armas terroristas en el cuadro “Atención cercana”.
“Otro mundo” nos presenta un divertido planeta matriarcal adonde acude un astronauta buscando a su novia quien fingió haberse perdido en el espacio para escapar del planeta Tierra y de esa relación. Liberación es lo que deben de sentir las hijas del empresario sin escrúpulos de “No, gracias”, cuando este se va definitivamente de este mundo ―no sin cierta ayuda por parte de estas―. La situación, lejos de resultar dramática, es patética y sórdida; el Patriarca trata, en sus últimos momentos de vida, de encontrar sin éxito un sucesor para su imperio; sus hijas, a las que trata sistemáticamente como “hijos míos” renuncian y aconsejan a su padre que se deje llevar mientras le niegan el oxígeno.
Seis situaciones, en definitiva, hipotéticas, que trasladan el punto de referencia desde el cuerpo masculino y sus miembros convertidos en símbolos de dominación y argumento de privilegios, al cuerpo femenino y sus senos. Esta traslación del punto de vista contribuye a poner en evidencia, en última instancia, la discriminación y desigualdad sexual todavía presente en nuestros días.
LUISA PILAR.- Imagínate una civilización que, en lugar de la tensión de lo vertical, valorase la relajación de lo redondeado [...]. Imagínate una cultura que, en lugar de obsesionarse por conquistar, se obsesione por alimentar [...]. Imagínate que, en lugar de una sociedad dominada el falo, tuviéramos una dominada por los senos.
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