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Foto del escritorPilar Jódar

Lope y sus Doroteas, texto de Ignacio Amestoy, dirgido por Ainhoa Amestoy



Lope y sus Doroteas reivindica a las mujeres que rodearon al Fénix de los Ingenios como co-autoras, inspiradoras o críticas literarias de sus obras. De la mano de Lorenza (Lidia Otón), como maestra de ceremonias, somos testigos de los últimos años del dramaturgo (Ernesto Arias), época en la que compuso El castigo sin venganza y La Dorotea, mientras trataba de buscar estabilidad y reconocimiento representando en la Corte a la vez que solicitaba al rey un contrato permanente.

Para La Dorotea, Lope toma como inspiración a su primer amor, Elena Osorio, de manera que asistimos al proceso de conversión en materia dramática de unos hechos autobiográficos. Este proceso creativo se realizará tomando en consideración las indicaciones de su hija —la sobrina—, Antonia Clara (Nora Hernández) quien, casi como co-autora, irá corrigiendo, anotando y dramatizando cada escena de la obra. Dichos personajes experimentarán la contaminación e interdependencia entre la realidad y la ficción cuando, como de tal palo tal astilla, Antonia y Cristóbal (Daniel Migueláñez) repitan la historia de Lope y Elena. De este modo, el dramaturgo verá cómo los hechos que rememora y a los que trata de dar forma dramática son trasladados a la realidad, produciéndose una confusión entre los dos planos.

El espectáculo teatral no deja un instante de descanso a la audiencia espectadora, que es llevada de la risa a la emoción, tanto por el excelente trabajo de dirección, como por la coordinación y coreografía de actrices y actores.

Es apasionante ser testigos de la problemática de la creación teatral que se sucede en la construcción de La Dorotea mediante la dramatización de las acciones escénicas, encarnadas por Antonia (actriz-personaje-autora) y Fernando/Cristóbal (personaje dentro del personaje). Estas acciones son interrumpidas continuamente por las correcciones u observaciones de Lope y Lorenza, que ejercen simultáneamente de directores de escena, provocando equívocos y desvelándonos los vericuetos por los que discurre la construcción del hecho escénico: la tensión, el conflicto... la teatralidad, en suma.

Metateatro que engloba teatro dentro del teatro, mezcla de planos ficcionales, referencias a la literatura -inquinas contra Cervantes y Calderón- y a la vida real, incluso una autocita de los trabajos realizados por la directora del montaje, Ainhoa Amestoy. Esta autorreferencialidad que opera en diversos planos fundiendo realidad y ficción, pone en evidencia la indisoluble imbricación entre el teatro y la realidad, entre el arte y la vida. Lorenza (Lidia Otón), la criada, la amiga de Lope, su asesora literaria, es la personaje que servirá de intermediaria entre el público y el escenario, entre la realidad y la ficción, así como también conducirá a Lope de sus desvaríos a la cordura.

En definitiva, juego escénico e interpretativo, reivindicación de nuestra tradición teatral, pero también revisión de esta para visibilizar y otorgar un justo lugar a la indiscutible participación femenina.

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